La obscenidad de los vuelos privados

Tomado de El País de 6 de septiembre de 2022

Era el verano de 2019 cuando Greta Thunberg inició la travesía del Atlántico en velero, para visualizar las grandes emisiones de gases de efecto invernadero que se asocian al transporte aéreo. 

Tenía entonces 16 años, era sueca de familia bien y, además, tenía Asperger, un síndrome mental del que la mayor parte de los mortales ni siquiera habíamos oído hablar. Era fácil, por tanto hacer burla de ella y de sus planteamientos: mocosa, niña rica, fácil de manipular, desinformada de la complejidad del mundo, interesada, enferma…

Haya sido o no por su influencia, el hecho cierto es que hoy sabemos bastante más que entonces acerca de la aviación en relación con la igualdad y con el cambio climático. Por ejemplo, tenemos el gráfico adjunto en el que se reflejan las emisiones de distintos modos de transporte por pasajero y por kilómetro recorrido.

Como monovolumen se ha utlizado uno de alta gama con 7 plazas y 4 ocupantes. Para el resto se han adoptado valores medios, lo que hace que el tren sea mayoritariamente de alta velocidad. Se aprecia como los jets privados son unas diez veces más contaminantes que los aviones comerciales y estos cinco veces más que el transporte de viajeros en tren.

Una simple mirada al gráfico pone de manifiesto que los viajes en avión, sobre todo los realizados en avión privado, tienen un impacto desproporcionado en el calentamiento global. Por centrar los números, baste decir que, en solo cuatro horas, un vuelo privado emite unas ocho toneladas CO2 equivalente, que es, aproximadamente, lo que emite una persona media de la Unión Europea en un año entero.

Tienen un impacto desproporcionado y además es un lujo, entendiendo como tal aquello que está al alcance de muy pocos.

Algunos datos no muy conocidos:

  • En un año determinado solo vuela el 11% de la población mundial y de estos, entre el 11 y el 27% solo hacen un viaje al año.
  • Como se aprecia en el gráfico, volar está solo reservado para los ciudadanos de los países ricos (con renta alta o media alta)
Distribución porcentual de los vuelos entre las distintas categorías establecidas por el Banco Mundial en función de su renta per cápita
  • Si hablamos de vuelos internacionales, solo los hace entre el 2 y el 4% de la población mundial.
  • Por el contrario, los viajeros muy frecuentes viajan en avión casi a diario: unos 300 viajes (600 vuelos) por año.
  • Un dato concreto y oficial: La ex secretaria de Estado de los Estados Unidos (Hillary Clinton), en sus cuatro años en el cargo, voló el equivalente a más de 38 vueltas completas al mundo.
  • Un 70% de los viajes del personal directivo son en clases “VIP”, mucho más emisoras  (3 veces la clase ejecutiva y 9 veces la primera clase) que la clase económica.
  • Los propietarios de aviones privados tienen un patrimonio neto promedio de 1.300 millones de euros.

Como contrapartida a lo anterior y como justificación social del uso de los aviones privados suelen presentarse dos afirmaciones, ambas cuestionables a la vista de los datos hoy conocidos:

I.- Permiten a las personas VIP ahorrar un valioso tiempo de trabajo

Los vuelos en avión privado y de larga distancia (de más de cuatro horas, responsables de casi la mitad de las emisiones de la aviación privada en Europa) necesitan de más tiempo que los comerciales (son aviones más lentos), pero, además, una encuesta reciente entre usuarios de los vuelos privados concluía que solo una tercera parte los usa para negocios (la mayoría de los usos eran para el transporte de familiares o para acceder a una segunda residencia).

Es simpático notar como los vuelos privados a sitios turísticos, como pueden ser Niza o Ibiza, prácticamente solo existen en verano..

II.- Aumentan la conectividad entre aeropuertos que no son atendidos por la aviación comercial

Esto es sencillamente exagerado por cuanto para más del 70% de los vuelos privados existen vuelos comerciales directos alternativos.

Cierto que todo lo dicho no dejan de ser unos apuntes incompletos, pero permite apreciar lo cuestionable que es la utilización sistemática del transporte aéreo, especialmente la de los aviones privados.

En estas condiciones es fácil de entender que sean precisas medidas encaminadas a la reducción de los vuelos y a la financiación por estos de medidas de mitigación y compensación de emisiones tal y como se está planteando en Europa y España o, incluso, más ambiciosas. Medidas que no dejan de ser el reconocimiento de malas decisiones anteriores y ante las que las patronales correspondientes se oponen frontalmente:

  • Sin que haya razón para ello, actualmente el sector aéreo. no está incluido en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea (el transporte terrestre sí lo está), por lo que sus emisiones de gases de efecto invernadero le resultan gratuitas (de las páfinas oficiales de la Unión Europea).
  • Tampoco el queroseno está sometido al Impuesto Especial sobre Hidrocarburos, al contrario que la gasolina y el gasoil  que se vende en las gasolineras (unos 0,4 € por litro).

Por otra parte, dado lo desorbitado de las emisiones del transporte aéreo, parece razonable la imposición de un impuesto especial y directo sobre los vuelos, muy elevado en el caso de los vuelos privados.

El caso de los vuelos privados es especialmente ilustrativo ya que es evidente que el impuesto no disuadirá a los usuarios (son demasiado ricos como para molestarse por un cierto incremento de coste). Pero por el contrario, este impuesto puede ayudar a recaudar ingresos para invertir en mitigación y adaptación al clima de una manera mucho menos injusta que la actual.

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