La unidad de destino en lo universal

“¿Quiénes son los extranjeros? Quiébrase todo con Carlos de Gante; y su mayor caudillo se llama Juan de Austria”.

“Campo de sangre” (Max Aub)
La Corona de Castilla y sus fronteras a comienzos del siglo XV

I.- Actualidad de los Comuneros de Castilla

El pasado 2023 fue el primer año en los últimos 37 en que el 23 de abril no fue festivo en Castilla y León. Cierto es que mantuvo su carácter de fiesta oficial (está así establecido en el Estatuto de Autonomía [1]) pero la celebración tuvo un carácter vergonzante, con solo una visita fugaz y a primera hora de la mañana del presidente de la Junta (Fdez. Mañueco) a Villalar, donde miles de ciudadanos y ciudadanas celebra(ba)n cada año la revolución comunera de Castilla.

Es solo una anécdota, pero ilustra muy bien cómo algunos individuos, que se autoproclaman españoles auténticos, tergiversan la historia hasta hacerla coherente con su ideología retrógrada y excluyente.

Una anécdota que pretende intoxicar afirmando que la guerra civil que acabó en Villalar no fue una revolución sino tan solo una corta algarada sin mayor trascendencia y en la que algunos malos castellanos se atrevieron a enfrentarse contra su rey natural.

Pero no, no es eso lo que dice la historia documentada

II.- Prolegómenos

El relato bien puede comenzar con el testamento de Fernando el Católico, dictado el día antes de su muerte (1516). En él, actuando como regente de la Corona de Castilla y en nombre de la reina Juana I (popularmente, Juana la Loca), nombra gobernador y administrador de la Corona a su nieto Carlos de Gante (futuro Carlos I) [2].

Solo unos días después de la muerte de su abuelo Fernando, Carlos de Gante, desde Flandes y sin respetar las disposiciones testamentarias, comunicó al administrador en funciones (cardenal Cisneros) su personal decisión de titularse rey de Castilla con el nombre de Carlos I.

Una vez llegado a tierras castellanas, el febrero de 2018 y en Valladolid, las Cortes le juraron como rey junto con su madre, la reina Juana I (la Loca), y aprovecharon la ocasión para trasmitirle un pliego de peticiones, algunas de las cuales fueron especialmente significativas de cara al futuro: se le pedía aprender a hablar castellano, cesar los nombramientos a personas extranjeras, prohibir la salida de metales preciosos y caballos de Castilla y un tratamiento más respetuoso para con su madre Juana, entonces recluida en Tordesillas.

En 1519 muere el emperador Maximiliano I de Habsburgo, abuelo paterno del ya Carlos I, quien, en competencia con Francisco I de Francia, “se apunta” a la carrera sucesoria por el Sacro Imperio Romano Germánico y consigue ser elegido como “heredero” del Imperio.

La muy costosa campaña electoral implicó una sustanciosa “gratificación” (soborno) a los siete grandes electores que, en el caso de Carlos I, fue financiada, esencialmente, mediante créditos de la banca alemana (familias Welser y Fugger).

III.- Los Comuneros de Castilla

En camino hacia Barcelona, Carlos I conoció su designación como heredero del Imperio. Necesitando dinero, tanto para la devolución del crédito y sus intereses como para los gastos de las solemnes investiduras, en febrero de 1520 convocó las Cortes de Castilla, que debían reunirse en marzo en Santiago de Compostela para, fundamentalmente, aprobar un nuevo “servicio” (impuesto) a sus súbditos.

Aunque típicamente las reuniones de las Cortes eran sólo un trámite, esta no fue sencilla. El nuevo impuesto era absolutamente impopular y una gran parte de las 18 ciudades con derecho a participar en ellas mandataron a sus procuradores para votar en su contra.

De hecho, después de una primera votación el 1º de abril, con resultado de tres ciudades a favor y doce en contra (no se admitieron las credenciales de dos y una se abstuvo), se iniciaron unas duras negociaciones con los procuradores, no exentas de amenazas e intentos de corrupción. En el proceso, los representantes de las ciudades díscolas fueron cambiando el sentido de su voto, hasta llegar al 19 de mayo, cuando, ya en Coruña, los representantes de León, los últimos del no, cambiaron al sí.

Un día después, Carlos I embarcó con destino Flandes, habiendo nombrado como gobernador del reino durante su ausencia al Cardenal de Tortosa, Adriano de Utrecht (futuro papa Adriano IV), extranjero nacido en Flandes y al que le tocaría lidiar con la revolución comunera.

Embarcó Carlos I, pero la mecha estaba prendida. El 8 de junio la ciudad de Toledo (una de las no admitidas en Santiago) propuso al resto de ciudades con representación en las Cortes la celebración de una “Junta” en Ávila, destinada a poner orden en el reino y en busca de cinco objetivos concretos:

  • Anulación del servicio votado en Coruña.
  • Vuelta al sistema de encabezamientos [3].
  • Reserva de los cargos públicos y los beneficios eclesiásticos a los castellanos.
  • Prohibición de las exportaciones de dinero.
  • Designación de un castellano para dirigir el país en ausencia del rey.

Aunque a la convocatoria respondieron positivamente solo cuatro ciudades, los cambios de postura de los procuradores soliviantaron a prácticamente todas las ciudades y avivaron el fuego de la revuelta. Especialmente grave fue lo acaecido en Segovia, cuando uno de los procuradores (Tordesillas) intentó explicar su comportamiento en público y, sin ser siquiera escuchado, fue linchado y estrangulado por una muchedumbre.

En respuesta, el Adriano de Utrecht encargó al ejército la captura de los responsables, lo que condujo a que la ciudad de Segovia se sintiera amenazada colectivamente y pidiera ayuda al resto de ciudades. Respondieron Madrid, que recaudó un impuesto para comprar armas y reclutar soldados, y Toledo, que envió una milicia al mando de Padilla.

En su avance hacia Segovia, el 21 de agosto las tropas reales a llegaron a Medina del Campo (Valladolid), exigiendo la entrega de la artillería real allí almacenada. Al negarse a ello (era público que iba a ser utilizada contra Segovia), la ciudad fue cercada, produciéndose un gran incendio, que afectó, ente otros lugares, a los almacenes que los comerciantes utilizaban en los periodos entre ferias.

Y ese fuego real ya incendió toda Castilla. Las cuatro ciudades de la Junta de Ávila se convirtieron en trece (sobre un total de dieciocho, faltaban Murcia y las cuatro andaluzas). La Junta se trasladó a Tordesillas y se puso a las órdenes de la reina Juana I.

El enfrentamiento civil estaba planteado y, en respuesta, Carlos I (desde Flandes) nombró “virreyes militares” a dos miembros de la alta nobleza (el Condestable y el Almirante de Castilla), quienes debían apoyar a Adriano de Utrech.

La revolución y la guerra civil eran ya del todo evidentes como puso claramente de manifiesto el motivo que llevó a Burgos a desmarcarse de la Junta. Burgos y la Junta diferían no en las reivindicaciones a plantear sino en la forma de hacerlo. Burgos defendía que se formulasen como solicitud mientras que la Junta pretendía que fuesen exigidas. En palabras del Almirante de Castilla, la cuestión era si “el reyno manda al rey y no el rey al reyno”.

IV.- Final

La batalla final tuvo lugar en Villalar, el 23 de abril de 1521, y significó la derrota comunera y la inmediata ejecución de sus generales, Padilla, Bravo y Maldonado. Aunque María de Pacheco mantuvo la resistencia de Toledo durante unos meses más, la derrota ya estaba consumada.

Carlos I, que en octubre de 2020 había sido ungido como emperador electo con el nombre de Carlos V, regresa finalmente a Castilla en julio de 2022, cuando la revolución comunera ya había sido sofocada.

Elaboración a partir de un fragmento del cuadro “Ejecución de los Comuneros”, de Gisbert. El verdugo mostrando la cabeza de Padilla

V.- ¿Conclusión?

El relato expuesto no pretende juzgar ni lo acaecido ni a sus protagonistas y menos con un punto de vista actual. Simplemente propone una reflexión serena sobre nosotros y nuestra historia. Sobre quiénes son nuestros ancestros y quiénes quisiéramos que lo fuesen. Sobre si hubo buenos y malos. Sobre el “¿quiénes son los extranjeros?” de la cita inicial. Sobre la no linealidad de la historia y la obscenidad de intentar ahormarla en una ideología.


NOTAS PERFECTAMENTE PRESCINDIBLES

[1] Ya en el preámbulo del estatuto de autonomía de Castilla y León se lee que “De estas tierras surgió el clamor que, en 1520, con la formación de la Junta Santa de Ávila, se alzó en defensa de los fueros y libertades del Reino frente a la centralización del poder en manos de la Corona que encarnaba Carlos I. Si en Villalar (23 de abril de 1521) la suerte de las armas fue adversa a los Comuneros, no ocurrió así con sus ideales, que pueden ser considerados precursores de las grandes revoluciones liberales europeas. Como homenaje a ese movimiento el 23 de abril es hoy la fiesta oficial de la Comunidad Autónoma”. Volver

[2] Marginalmente: En relación con la Corona de Aragón, Fernando el Católico, actuando en nombre propio, lega todos sus estados a su hija Juana (la Loca), nombrando también gobernador a Carlos de Gante. Volver

[3] El sistema de encabezamientos era una práctica fiscal según la cual las ciudades representadas en las Cortes solicitaban al soberano la concesión del encabezamiento. Allí se establecían las negociaciones por las cantidades a recaudar y, una vez establecida la cantidad global a recaudar para todo el reino, se realizaba el repartimiento entre las diferentes villas y ciudades. Eran los municipios los que debían decidir si el impuesto, en todo o en parte, se asignaba a cada vecino como sujeto fiscal o se aplicaba como impuesto indirecto al comercio, por ejemplo. Volver

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