Aguar la fiesta del agua

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Foto de familia de los firmantes de la Declaración del Milenio. Entre ellos, nuestro presidente de entonces. Puedes jugar a ¿dónde está Aznar? ¿Cerca o lejos de los que él consideraba «grandes? Una pista: No había tenido lugar la cumbre de Las Azores. Si no le encuentras, pincha aquí. Es el número 151

Hace unos días celebrábamos el Día Mundial del Agua [1] y, como es habitual, se nos ha subido ego. Además, en 2015 vencen los Objetivos de Desarrollo del Milenio (en adelante, ODM), proclamados por la ONU en el 2000 mediante la Declaración también del Milenio, así que, ya lo tenemos, este año el autobombo se ha centrado en el cumplimiento de los ODM. Por ejemplo, la Directora de  la Oficina de la ONU para la Década del Agua (Zaragoza) decía, sin rubor, que “los resultados han sido increíbles, se ha dado un salto cualitativo impresionante, nadie habría pensado en lograrlo, pues se trata de acuerdos voluntarios”. Tanto como para tener ya casi a punto los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, que el espectáculo debe continuar (aun con algunos errores, puedes consultar aquí una visión general).

Es casi un lugar común que “comunican” mejor los mensajes positivos; que con ellos se consiguen más donaciones, pero eso no justifica la deformación de la realidad. Esta entrada va en dirección contraria, intentando sacar a la luz cuestiones que ocultan las celebraciones. En el mismo sentido, y con motivo del anterior Día Mundial del Agua, ya hicimos un intento semejante («El derecho humano al agua en España«).

Los ODM [2] fueron proclamados en el 2000 mediante la Declaración del Milenio. En total, son ocho objetivos que agrupan veinte metas conmensurables y encaminadas a buscar  la reducción de la pobreza extrema en el mundo, actuando para ello en varias de sus facetas (puedes consultar la relación de objetivos, metas e indicadores). En general, tomaban como origen la situación en 1990 y planteaban alcanzar las metas este año 2015.

En relación directa con el agua, en el Objetivo 7 se incluye una meta, : Reducir a la mitad el porcentaje de gente sin acceso sostenible al agua potable y al saneamiento básico.

Hoy, nos felicitamos porque, decimos, hemos cumplido con la parte relativa al abastecimiento (¡y eso ya en 2011, con 4 años de adelanto!) y pasamos de puntillas sobre la del saneamiento, de la que aceptamos que todavía estamos lejos [3].

En lo que sigue nos referiremos a lo del cumplimiento, respecto del que parecen pertinentes, al menos, cuatro consideraciones:

  1. La situación de partida era escandalosa

En 1990 (año de referencia para los ODM), la población sin acceso al agua potable era de mil cien millones de personas (eramos entonces unos cinco mil doscientos cincuenta millones de seres humanos). Eso puede expresarse de muchas maneras; por ejemplo, en porcentaje, es un 22% de la población mundial la que no accede al agua potable (es como lo dicen los ODM). Como fracción: una de cada cuatro o cinco personas carecía de agua. Si fuese una lotería, en una familia de 4-5 personas, una de ellas tendría que buscarse la vida para conseguir agua lejos. Numéricamente, sería como si la población sin acceso al agua fuese toda la de Europa y Norteamérica juntas. Sin duda, nos parecería escandaloso.

  1. Abuso de los porcentajes

Hemos cumplido los ODM porque hemos reducido el porcentaje de personas sin acceso al agua potable desde el 22 al 11% [4]. Y hay quien usa también los números absolutos, pero sólo para aumentar el grado de complacencia; un titular de reportaje: “2.400 millones de historias positivas”, haciendo referencia a que esa es la diferencia entre el número de personas que hoy tienen acceso al agua y el de los que lo tenían en 1990. Entre ellos están 7 millones de españoles (es el incremento de población que ha habido en España en el periodo). Basta pensar que, si se hubiese mantenido el porcentaje en el 22%, pese a todo, el titular podría haber sido “1.600 millones de historias positivas”. Y no hubiésemos mejorado nada. Juegos numéricos.

Por la misma regla de tres, podríamos decir que entre  1990 y 2015 se ha pasado de mil ciento cincuenta millones de personas sin acceso al agua a “sóloochocientos millones (la reducción es un 30%), lo que tampoco es completo. La realidad es que, en el periodo, ha crecido el número de personas con acceso al agua potable en 2.400 millones mientras que ha decrecido el número de personas sin acceso a ella en 350 millones. Que cada cual elija lo que quiera, pero quedan 800 millones de personas sin acceso al agua potable.

  1. Que la fuente sea mejorada no implica que el agua ea potable

El acceso al agua potable se está midiendo con encuestas a familias, ofreciendo sólo dos posibilidades de suministro: desde fuentes mejoradas o no mejoradas (a veces las llaman tradicionales). La primera categoría (fuentes mejoradas) incluye agua domiciliaria (de la que disponen nuestras casas, con acometidas a la red), fuentes públicas, pozos entubados, pozos excavados y protegidos, manantiales protegidos y captura directa de agua de lluvia. Las tradicionales son  pozos excavados y manantiales sin protección, aguas superficiales (ríos, embalses, canales, etc.) y camiones, o carros, cisterna.

Se considera que el agua potable es accesible si hay una fuente mejorada cerca de la vivienda, lo que se entiende que se cumple si el viaje de ida y vuelta y el llenado necesita menos de media hora. Pensemos en qué quiere decir lo de buscar el agua en una fuente no domiciliaria (era el caso de la mitad de la población de los países en desarrollo en 2008): para una familia de cinco personas, si una de ellas se encarga del acarreo del agua y el consumo personal fuese de 50 litros diarios (mínimo considerado por la Organización Mundial de la Salud, teniendo en cuenta que nosotros en España, consumimos, en casa, más de 100), esta persona (habitualmente mujer o niña) debería cargar, cada día y durante, digamos, veinte minutos, con 250 kg (si es demasiado peso, podría hacer diez viajes, esto es, tres horas y veinte minutos, cargando con sólo 25 kg). Es difícil entender eso como tener acceso al agua potable.

E 25 Figura 2

Porcentaje de fuentes de agua contaminadas en función de su tipo. Sólo fuentes consideradas como «mejoradas». Datos: Estimaciones de UNICEF y OMS.

Pero, además, las encuestas no comprueban la calidad del agua. Simplemente suponen que todas las fuentes mejoradas suministran agua potable porque, supuestamente, estas protegen el agua de la contaminación externa. No disponemos de estadísticas globales, pero sí de algunas parciales y estas demuestran que la suposición es rigurosamente falsa, como lo pone de manifiesto la Figura, en la que se refleja la estimación realizada por conjuntamente por UNICEF y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en la que se aprecia que, por término medio, uno de cada dos pozos excavados protegidos está  contaminado por coliformes fecales, al igual que uno de cada tres manantiales protegidos y pozos entubados. ¿Cuántos turistas occidentales se atreven a beber agua del grifo en sus vacaciones en sitios exóticos?.

E 25 Figura 3

Diferencia en la estimación de la población con acceso al agua potable en cuatro países, según se considere o no la contaminación por fecales. Datos: Estimaciones de UNICEF y OMS.

Si consideráramos que el agua contaminada por fecales no es potable, el porcentaje de personas sin acceso subiría notablemente por encima del 11% que estamos estimando. Globalmente no sabemos cuánto, pero sí en los cuatro países a los que se refiere la Figura (los datos también proceden de UNICEF y OMS), En ella se aprecia cómo el porcentaje de población sin acceso al agua potable subiría entre 7 y 16 puntos porcentuales (en Tajikistán y Nicaragua, respectivamente). Quizá llegásemos al 22% del que hablábamos en el año de referencia y que considerábamos escandaloso. Y a lo anterior habría que añadir, al menos, la contaminación físico-química [5].

  1. Los que no cumplen son los países con ingresos bajos

Quizá sea lo peor de todo, no tanto por la realidad como porque es una ofensa gratuita, que manifiesta una forma de pensar. En 2000 todos los mandatarios mundiales estaban en NY para la firma. Los ODM eran de todos. Hoy, la culpa de que algunos objetivos (o todos ellos) no se cumplan es de ellos, de los países con ingresos bajos, que no se esfuerzan, que no progresan adecudamente.

Y son incluso los promotores de los ODM los que así se expresan. En el informe conjunto de UNICEF y OMS “Progresos en materia de agua potable y saneamiento. Informe de actualización 2014” se dicen literalmente (y es sólo un ejemplo, que hay muchas expresiones semejantes en este y otros textos) que “El mundo alcanzó la meta de los ODM relativa al agua potable en 2010, pero 40 países aún no progresan adecuadamente para alcanzarla en 2015”. Suspendidos. No sólo es que tengan ingresos bajos, es que, además, no cumplen y eso, pese a nuestra tutela… ¿No podemos  entender que el incumplimiento de los ODM es un fracaso mundial, en el que, a más poder, le corresponde más responsabilidad?

Acabamos tomando prestado parte de lo que dice J. Vandemoortele, al que algunos consideran el padre de los ODM, en “No te creas todo lo que dicen de los ODM”: “Progreso, sí. Metas alcanzadas, no”.

NOTAS PERFECTAMENTE PRESCINDIBLES

[1] Desde 1993, todos los 22 de marzo. Este año, centrado en el vínculo entre desarrollo sostenible y agua. ¿Sirve esto para algo distinto a que los gobiernos emitan una declaración en la que alardean de lo bien que lo están haciendo?

[2] En septiembre de 2000, después de una década de grandes conferencias y cumbres, 149 jefes de estado y gobierno  y altos funcionarios de más de otros 40 países se reunieron en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York para adoptar la declaración del Milenio de las Naciones Unidas, comprometiendo a sus naciones en una alianza global para reducir la pobreza extrema y estableciendo para ello un conjunto de objetivos concretos y con plazo definido (fecha límite: 2015). Estos objetivos son los conocidos como Objetivos de Desarrollo del Milenio.

[3] El Informe de 2014 de la ONU dice, textualmente: “A pesar del gran aumento de la cobertura de saneamiento, que pasó del 49% en 1990 al 64% en 2012, parece poco probable que para 2015 pueda alcanzarse la meta de lograr una cobertura del 75%”.

[4] Marginalmente puede señalarse una trampa adicional: cuando en 2000 se adoptan los ODM ya se había recorrido la mitad del camino. El porcentaje de población entonces sin acceso al agua potable era del 17%. Podría decirse que casi sólo se ha seguido la tendencia que ya existía al margen de los ODM.

[5] El caso de la contaminación por arsénico de los pozos de Bangladesh y otras zonas relativamente próximas (China, India, Camboya, Irán, Laos, Birmania, Nepal, Pakistán y Vietnam) es paradigmático, ya que se piensa afecta a quinientos millones de personas.  (http://www.fao.org/ag/esp/revista/0605sp1.htm y http://www.who.int/water_sanitation_health/diseases/arsenicosis/en/#)

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